A pesar del milagro médico que sucedió
hace un par de años, Hazel nunca ha dejado de pensar en su muerte desde el
momento en el que le diagnosticaron cáncer. Ya que la depresión es uno de los
efectos colaterales del cáncer, Hazel se ve obligada por su madre a asistir a
charlas grupales en el Corazón de Jesús cosa que Hazel odia. Un día se topa con
Augustus Waters un chico que había sobrevivido el cáncer pero le había costado
una pierna, en la cual poseía una prótesis. Cabe destacar que este cojea. Ambos
resultaron tener cierta atracción física por el otro y en el transcurso del
tiempo se enamoran. Estos deciden viajar a Amsterdam con motivo de conocer al
escritor de Una aflicción imperial, libro favorito de Hazel; viaje que ofrece
muchas emociones y diferentes noticias para la joven pareja.